... y quién es ella?
3/10/2004
Es bien sabido que quién se pica, ajos come. Por aquí se usa más el jalapeño (pronúnciese hala-pinho), pero aun así he caído en la trampa y, pese a que veo que ha habido filtraciones sobre el tema, me dispongo a relatar, para los que no sepan nada, por qué he estado ausente de esta página durante un tiempo.

Ella se llama Jenniffer. Ya sé que no es un nombre bonito -más propio de una actuación de los morancos: "Yeni, acoje la tuaya y er cubito, que noh subimo de la playa ya pa caza" y que ni siquiera se presta a la composición de un soneto amoroso, porque ¿quién es el guapo que rima algo con Jenniffer? Eso es lo de menos. Cupido es un tío práctico y no está para tantas hostias. Como sé que estáis deseando saber cómo la conocí (además me ha parecido ver que había peticiones para incorporar contenidos adultos en "meristemets") me voy a dejar de preámbulos y voy a pasar al párrafo corto.

Como sabéis, estoy asistiendo a un curso de fotografía. Los alumnos van desde niños de primer año de universidad, hasta padres de familia que pasan de la cincuentena y Jenniffer está en mi clase. Ella ya acabó la universidad y viene al curso porque le interesa el arte ya que es una mujer inquieta e intelectualmente activa (no como el que suscribe). Es camarera en un bar de copas (muy decente, por supuesto) del downtown y su madre es francesa, de la que ha heredado un especial glamur. Tiene los ojos azul turquesa (que rima con francesa, ya ves... todo fuera tan fácil), la piel rosada y el pelo rubio y tiene un cuerpazo de escándalo (ya sé que está mal que yo lo diga, pero si está buena, está buena). Hace un par de semanas, mientras estábamos revelando unas fotos en el cuarto oscuro, con la luz roja de seguridad, nuestras manos se rozaron en el trasiego del papel sensible de una a otra cubeta. Pese a la resbaladiza capa de reactivos de olores variopintos -ninguno de ellos agradable- que las impregnaba, una especie de corriente eléctrica fluyó entre piel y piel. Nos miramos a los ojos (no vimos nada, claro, esa es la gracia del cuarto oscuro) y entonces, SUPIMOS.
El fin de semana siguiente quedamos para ir a hacer las fotos del ejercicio que había que entregar y entonces ocurrió. En un viejo granero abandonado de El Paso le tomé unas fotos rollo artístico semi-eróticas que tuvieron un apasionado colofón, rodando por las tablas del suelo y los rastrojos vegetales putrfactos. Una de esas fotos os la adjunto a este escrito para que la conozcáis un poco más. Estamos muy enamorados, pero quiero que sepáis que, aunque no escriba más nunca (que no será así), os leo todos los días.
Un abrazo.




Jenniffer, la luz de mi vida

escrit per Pableras a les 22:01 | Permalink |   0 comentaris